Medicina alternativa, denominada medicina
complementaria, aproximaciones no convencionales a la curación y la salud, se considera ahora complemento de la medicina occidental
convencional. Algunas de estas técnicas han conseguido gran aceptación y
aprobación tanto por médicos convencionales como por el público general, pero
otras se siguen viendo con recelo, y en ocasiones hostilidad, por parte de la
profesión médica en general. La medicina convencional no siempre propone soluciones
definitivas a todos los problemas de salud que plantea el ser humano. Es por
esta razón que han surgido nuevas formas de aliviar las dolencias tanto físicas
como mentales que han sido circunscritas bajo el nombre de "terapias alternativas".
La mayoría parte de la base de que para recobrar el bienestar físico hay que
recuperar antes el equilibrio psíquico y emocional, en el entendimiento de que
cuerpo y mente son un todo in disociable. Algunas terapias forman parte del arte
de curar desarrollado por pueblos milenarios, mientras otras asocian filosofías
orientales con ejercicios y masajes que mejoran el control físico y mental. En
realidad no curan todo, pero ofrecen un espectro muy amplio de posibilidades
que nos permiten alcanzar el bienestar. Además sería bueno considerarlas como
un complemento necesario
El conocimiento de la práctica de la medicina natural prehistórica
procede del estudio de las patografías que mostraban las técnicas médicas, los
instrumentos, los rituales, métodos empleados, y ciertas plantas medicinales, algunas de estas
prácticas han sobrevivido hasta los tiempos modernos, lo que justifica su
consideración en la historia de la medicina alternativa o tradicional
Las enfermedades graves tuvieron especial interés para los hombres
primitivos a pesar de que no podían tratarlas. Atribuían estos males a muy
diversas causas siendo estas consideradas de acuerdo con las creencias del
tiempo y del lugar muchos de ellos consideraban que se debía a la presencia de malos
espíritus, demonios, en el cuerpo del afectado. Estas enfermedades debían
atajarse mediante conjuros, danzas, sacrificios, hechizos, talismanes y otras
medidas. Si al final el demonio entraba dentro del cuerpo de su víctima, por
falta de precauciones o a pesar de ellas, todos los esfuerzos se centraban en
convertir en inhabitable el cuerpo para el demonio con apaleamientos, torturas
o haciendo morir de hambre al paciente. El espíritu ajeno se podía echar con
pociones que provocaban un vómito violento o se expulsaba a través de un
agujero realizado en el cráneo. Este último procedimiento, denominado
trepanación, fue también un remedio para la locura, la epilepsia y el dolor de
cabeza.
Sin embargo, las terapias aplicadas en las incapacidades resultaron más
eficaces. En las sociedades primitivas se practicaron técnicas quirúrgicas como
la limpieza y el tratamiento de heridas por cauterización, cataplasmas y
suturas, reducción de luxaciones y fracturas, con uso de férulas (o tablillas).
Otras terapias adicionales incluían purgas, diuréticos, laxantes, eméticos y
enemas. El mayor logro de la época fue el uso de extractos de plantas, cuyas
propiedades narcóticas y estimulantes se iban descubriendo poco a poco. Se
demostraron tan eficaces que incluso hoy se siguen utilizando.